“Él será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra”.

Isaías 2:4

nones, capítulo uno



descubrió que su película favorita dura tres horas y diecisiete minutos. el volumen tiene que estar en diecinueve, ni en dieciocho ni veinte, diecinueve. nunca comió de a dos. no creía en eso de uno más uno es dos, siempre le da tres, aunque hiciera la cuenta con la calculadora. probó el caramelo media hora y se dio cuenta de que en promedio duran veintitrés minutos (lo hizo después de probar tres, es decir, estuvo setenta y un minutos probando caramelos, algo terrible si se tiene en cuenta que esos caramelos son horribles). antes de ver la segunda parte de una película tiene que cerciorarse de que existiese una tercera, si no, no la veía y de ser así, ve las tres juntas. el colectivo que toma todos los días a las siete y treinta y uno es impar, seguramente si fuese par, haría todas las combinaciones posibles para tomar uno impar. la puerta de su casa tiene tres cerraduras, y cierra tres veces cada una. cuando tiene miedo reza la novena que le enseñaron en el colegio, en quinto grado. las baldosas de su baño son treinta y cinco, cinco son de otro color. en su heladera siempre hay tres botellas, un taper con un huevo y tres remolachas, un tomate, una manzana y una lata de atún. siempre le pone tres hielos a la bebida. odió sus catorce, sus dieciséis y sus dieciocho, pero no sus once y sus trece. siempre se duerme después de la una. toca el timbre tres veces, si es necesario tres veces más, pero serían seis veces y toca tres veces más. todos los días recuerda el veintinueve de noviembre de mil novecientos noventa y cinco. lee tres diarios a la mañana, desayuna un vaso de jugo, uno de leche y come tres tostadas. a la noche vuelve a leer los diarios. a las trece almuerza, a las diecisiete merienda y a las veintiuna cena. tres de azúcar, una de dulce. tres porciones de pizza, cada una con su aceituna. siempre pensó que la pizza tiene que ser cortada en nueve porciones y que la sillita anti desborde del queso tiene que tener tres patitas o cinco, como máximo. generalmente pasa de largo las canciones dos y cuatro de los discos que escucha. en la sexta se duerme, el resto no le importa. nunca contó los besos que dio o que le dieron, que casi seguro son impares, uno al llegar, otro al irse y otro por las dudas, como le decía su abuela. siempre tiene una uña más larga que las demás pero nadie sabe cuál es. no le gusta la idea de tener un pito entre las manos para ciertas cosas, aunque sea un número impar. tarda quince minutos en ducharse, dentro de los cuales utiliza cinco para cepillarse los dientes (impares, porque le falta la muela de juicio de arriba a la izquierda). siempre se esforzó para un diez, pero sólo saca nueves. alguien le recomendó que tome una de esas pastillas a la mañana. las sigue tomando aunque no recuerda para qué. duerme cinco horas, las diecinueve restantes están calculadas para tomar un vaso de agua cada treinta y un minutos, lo que da un promedio de treinta y siete vasos de agua por día. no usa las monedas de un peso, ni las de veinticinco, ni las de cinco, las guarda y las cambia por las de cincuenta y las de diez. usa tres toallas, una para el cuerpo, una para el pelo y una para las manos. no le gustó la película seul contre tous pero tampoco admite que no la entendió. le gusta el tango sur y llora cada vez que lo escucha. un solista con una banda no es un solista suele decir a menudo. un solista es un pintor, un escritor y no un cantante con una banda. siempre usa tres lapiceras: una negra, una azul y una roja.