“Él será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra”.

Isaías 2:4

nones, capítulo treinta y nueve o la insoportable levedad del ser optimista



no quiero usar más la libreta de enrolamiento, dijo. nadie la usa, nadie viaja a la luna gratis, es complicado, es más (dedo índice de la mano derecha apuntando a la luna), ni de astronauta viajamos a la luna (puñetazo a la mesa con la misma mano). nos mintieron y nos hicieron mentir. bienvenidos. bienvenidos las pelotas, nos ahogábamos dentro de esas escafandras de mierda. comimos chatarra durante meses, volvimos, bah, volvimos y nos hicieron un diagrama de aquí a veinte años, es decir, ahora. definitivamente había perdido el humor, la beca, el encanto que tenía en sus años mozos. estaba convencido que había algo más, pero no lo recuerda. era muy chico y su padre insistía con sacarle esa idea errónea de la cabeza, la del guión, la del paralelismo sintáctico, que la atmósfera es la que hace invencible a los mosquitos, que si hacés fuerza se muere un político, pero no hagas tanto aspavento nene, que queda mucho por construir. en fin ¿resonancia? no le gustaban las resonancias. ¿cómo iba a hacer eso? en un tiempo quizás, cuando se acostumbre a la anestesia, otra vez. encargar libros por internet, aunque sea lento el proyecto de rendirse y acomodarlos, porque alguien los va a tener que acomodar. los abuelos tenían toda la razón del mundo. habla con ellos, en estado de inconsciencia, obviamente. no podía recordar sus caras, por momentos eran todos seres sin rostro, pero estaban igual que antes de morir. quizás era demasiado tarde o temprano. extraño más la vida de ellos que la de ahora. el tratamiento terminó perfecto. quizás no haya entierro. quizás haya una cama llena de pastillas para dormir, para despertarse, para mantenerse despierto, para dormir, para despertarse, para mantenerse desierto, para dormir, para despertarse, para mantenerse. a esta altura no hay nada, sólo el panóptico. tener miedo a uno mismo es horroroso, debería ser más simple, más liviano, más uno. ¿de qué viven los monstruos? de ellos mismos. uno crea con las manos, con los ojos. espero no haber dormido lo suficiente como para saber cuándo desaparecer. generación de mierda. generación sucia. chequeado. es mi generación, la de los mil intentos y un invento. la del o.k., comé. duele vivir, duele. día de música. mañana un libro. ¿los feriados? en casa. abrir y cerrar los ojos color índigo, pastel de arroz, animateca, malcom x, whisky, pastillas, misery, lapocalipsis, woody allen, poltergeist, paralelo, meridiano, doppelganger, redrum, crack, 1984, vaca, f.u.c.k.. la casa se reserva el derecho de admisión y permanencia. nowhere man. no pain no gain. ¿té de tilo o té de boldo? café, grande, un libro, drugos, máquina de escribir, anestesia, homero adams, padecer, amanecer. desde los tres años es mucho. inventarios, acomodos. extraño horrores saber el final y el principio. el mate cocido, gracias. sublingual, por supuesto. noveno be. suéter. novecientos cincuenta en uno. el número solicitado no corresponde a un abonado en servicio. levantarse temprano, ducharse, lavarse los dientes, desodorante, peinar lo que la capucha despeinará, ser uno mismo. a lo mejor, vivir acovachado sirve de algo. querer ser madre, padre, tutor o encargado sirve de algo. prefiere la lapicera negra, esa, la común, sí. seguir sus pasos, seguir la novela, el cuento del tío.