“Él será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra”.

Isaías 2:4

nones, capítulo veintisiete



esa mierda te hace perder el olfato y el sentido del gusto. caer hace perder el sentido de la vista. pensás, ella también, pero la perdono. demasiado largo para ser corto. la semiosis infinita no tiene sentido. como decía él, es no haberle hecho caso a mi niño interior. nadie llama, nadie oye. repudio ser. ser eso. un día algo se detuvo, atrasó siete minutos. puse dos despertadores. hace tres o cuatro días que recuperé el olfato, créase o no por un perfume, el que usaba ella. seguramente ella lo sabía, escribirle es complicado. la frase que hay en mi cabeza es «to die by your side, it's such a heavenly way to die». apago el reloj de las siete y media. suena, lo apago. perdí la noción del tiempo. perdí el hilo. no hay nada. una y mil veces no debería hablar con extraños, que no hagas eso, que portate bien, que qué te pasa hija, que el alma me la robaron, que por qué pienso en eso si pasó en mil novecientos noventa y tres, que los impares no importan, que el humor negro da para largo, que las pastillas no existen, eso no existe, debería existir el verbo requiescant pero en tiempo pasado, a un dos mil uno quizá, cuando no pensaba en eso. pensaba en lo que ella me escribió «uno se arrepiente de lo que hace, no de lo que no hace. vamos tenete confianza». pensaba en lo que dijo él «dios ha muerto, nosotros lo matamos». me quieren llevar. una y mil veces yo no soy yo. soy otro. me quieren llevar. ya no llego.